El otro día estaba mirando el partido de Uruguay y Brasil por el Sudamericano sub 20 y tal vez porque el juego no estaba demasiado entretenido, o no sé por qué motivo, mi mente se puso a pensar en otra cosa, mientras mis ojos veían a esos pibes jugar el clásico sudamericano. La conclusión a la que llegué me dejó shockeado, y capaz un poco triste: Creo que nunca más voy a tener un nuevo ídolo, por lo menos en lo que respecta al fútbol.
Paso a explicar el razonamiento: Generalmente, los ídolos se generan en la infancia: ese jugador de fútbol que te llamaba la atención por cómo jugaba, ese músico que fuiste a ver 20 veces, tu padre si sos varón, algún personaje de TV o de una película. Todos tienen algo en común: son más grandes (en edad) que vos. Tu ídolo es lo que vos querés ser cuando seas grande. Ya en la adolescencia, podés generar algún nuevo idolo. Los candidatos son los mismos, menos tu padre, que a esa edad te parece un boludo.
Pero a medida que crecés, el margen de gente más grande que vos se va achicando y con eso los potenciales ídolos. Dudo mucho que alguien de 60 años se atreva a decir que su ídolo es Messi, o Justin Bieber. Sus ídolos son los Beatles, Elton John, Pelé o Garrincha. Hay una cualidad humana que nos impide tener como espejo a alguien más joven. Capaz se debe a que que ya no miramos al ídolo como cuando niños, pensando que eso es lo que queremos ser dentro de un tiempo, sino que lo miramos pensando que eso es lo que no pudimos ser.
Este Sudamericano sub 20 es fatal para mí, es la primera vez que soy más grande que los jugadores. Ya a los 15 me enfrenté con la primera de las tres crisis que tiene el hombre con respecto al fútbol (cuando se da cuenta de que no va a poder ser jugador). Pensaba que faltaban cuatro o cinco años para la segunda crisis (cuando los jugadores que uno vio debutar se empiezan a retirar) y aún más para la tercera (cuando los jugadores que viste jugar se empiezan a morir). En el camino me encontré con una cuarta crisis inesperada, que mi imperfecta teoría no contemplaba. Y la verdad, ya no sé si me va a dar tanta gracia mirar los torneos sub 20, como cuando era chico y seguía todos los partidos de Uruguay para ver si aparecía algún pibe que jugara bien y para ver si yo pescaba algún ídolo.